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El
Acuario
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La
elección del acuario
Lo
que hay que saber antes de obtener la pecera o urna de cristal
Antes
de explicar este apartado, es importante recordar que los peces son seres
vivos y no deben sufrir lo más mínimo nuestra dejadez. En el
momento de adquirir un acuario y llenarlo de vida estamos adquiriendo
una gran responsabilidad: debemos dedicarle una pequeña parte de
nuestro tiempo, y a su vez, lograremos tenerlos saludables y disfrutar
de ver a unos hermosos animales y, nos servirá como relajamiento y
aprender muchas cosas de la conducta de estos pequeños seres, cuidados
por nosotros mismos y que nos darán una gran satisfacción.
Hay
que desmentir el tópico que
considera que la vivienda ideal para los peces es la clásica pecera
redonda de vidrio. No hay nada más falso: la pecera redonda es un
recipiente absolutamente inadecuado porque la superficie de contacto del
agua con el aire es muy reducida y no permite una oxigenación correcta,
y algo peor es que perturba el sentido de vista y orientación de los
peces, cusando daños en su organismo.
Debemos
tener claro el tipo de peces que queremos tener: peces de agua fría o
peces de agua caliente; ambos están dentro de los de agua dulce. No he
mencionado los de agua marina (o salada) debido a que son muy difíciles
de mantener y muy costosos. Lo único que cabe mencionar es que los de
agua caliente deben tener un calentador provisto en el acuario, salvo en
las épocas de verano, que podemos quitarlo (atención: dependiendo de
la zona y las temperaturas máximas ambientales). Aconsejo entonces,
optar por los de agua caliente, que son más fáciles de cuidar y con
una enorme variedad de especies y colorido que los de agua fría.
Existe
un límite en el número de peces que cabe mantener dentro de un
acuario. Esta limitación viene influida por la dimensión, la especie y
las características de peces así como la temperatura y aireación del
agua. El intercambio de gases entre el agua y el aire constituye el
factor más importante para determinar la capacidad del tanque por lo
que al número de peces se refiere, y éste es el motivo por el cual la
superficie líquida y no el volumen del acuario constituye el factor que
más nos interesa. El área de la superficie se determina multiplicando
la longitud del tanque por su anchura. Suponiendo
una temperatura de 24 °C y la inexistencia de aireación mecánica, 2½
cm de pez (sin contar la cola) para cada 150 cm² de superficie será la
relación correcta. En el caso de un tanque de 91½ x 30½ x 30½ cm la
superficie a considerar sería la de 2.800 cm², la cual, dividida por
150, nos da el resultado de 18. Si esta cifra la multiplicamos por 2½
obtendremos el resultado de 45, es decir, el número de centímetros de
pez que cabe introducir en el tanque. De hecho, si se instalan más
peces en el tanque de lo debido, no se desarrollarán en forma
satisfactoria. Por lo que va a ocurrir la superpoblación, y esto
afecta a los peces, ya sea en forma de peleas por territorios, agua más
contaminada, enfermedades, estrés y la muerte de los peces; todo esto
debido a que al superpoblar el acuario estamos quitando el espacio que
necesitan para que se mantengan en buen estado; sin peleas
territoriales, suficientes escondites, tranquilidad, salud, y más
equilibrio en el agua, es lo que obtendremos si respetamos la regla de no
superpoblar el acuario. Vale también la regla más sencilla, que es
1,5 litros por cm de pez.
No
debes utilizar como guía el número de peces que en un
establecimiento del ramo mantiene en sus tanques de exposición, pues sólo
permanecen allí una semana aproximadamente y son objeto de continua
reducción. La situación no resulta comparable con la del
acuario doméstico, donde los peces tienen carácter de residentes de
larga duración.
La
dimensión y forma del tanque constituyen factores cruciales ya que
existe un límite concreto en el número de peces que un acuario puede
contener con éxito. Tal circunstancia supone que debes determinar
anticipadamente cuál va a ser el número aproximado de peces que deseas
tener al objeto de elegir un tanque y unos complementos adecuados, o
bien, alternativamente, determinar el espacio disponible y procurarse el
tanque de mayor dimensión que se ajuste a dicho espacio.
La
consideración más importante, al escoger un tanque, es la relación
existente entre la superficie del agua expuesta al aire y el volumen de
ella. Por ejemplo, dos acuarios pueden tener la misma cantidad de agua
pero variar considerablemente la superficie de ésta. Se infiere, que un
acuario poco profundo ofrece la máxima superficie para un volumen dado,
lo cual supone, desde un punto de vista teórico, que deberá ser lo
menos profundo posible para mantener una buena regeneración de oxígeno
en el agua. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los tanques de muy
escasa profundidad no presentan buen aspecto, por cuyo motivo debe
establecerse un compromiso entre las necesidades biológicas y las estéticas.
Una regla general es la de procurarse un tanque que sea tan ancho como
profundo, debiendo señalar que la mayoría cuentan con una longitud que
es por lo menos el doble de la altura. También hay que señalar que un
tanque inferior a 30-40 litros nos dará más problemas (mayor
crecimiento de algas, agua más sucia; por lo tanto, deberás acortar
los periodos de tiempo para limpiarla) que otro más grande, aunque esto
no parezca, y lo que casi nadie suele saber.
Los
tanques se hallan disponibles en una amplia gama de formas y tamaños.
Ten presente que los pequeños no pueden tener una selección decorativa
de plantas y peces, ni un número muy elevado de éstos, ni tampoco
cualquier pez de gran tamaño. Por su parte los tanques grandes suponen
un gasto mayor pero en cambio presentan menos dificultades de su
mantenimiento.
Para
calcular la capacidad del tanque en litros, debes multiplicar la
longitud, la anchura y la altura en centímetros y dividir por 1000.
LITROS
= longitud x anchura x altura ÷1000
El
agua dulce pesa un kilo por litro, determinando la profundidad del
tanque en el grado de presión ejercida por el agua sobre el cristal.
Punto importante a tener presente es que, a veces, los tanques se
construyen con cristal de segunda mano o que no cuenta con el grosor
adecuado. Procura que el tuyo sea de cristal sin mácula, nuevo y de
grosor apropiado.
Los
tanques de cristal están sellados con silicona impermeable y por ello
es muy improbable que presenten un escape. De todos modos debes asegurarte
de que no tiene defecto alguno antes de instalar en él tu acuario. A
tal fin colócalo sobre una superficie plana y sólida y llénalo. Déjalo
durante varias horas, comprueba luego si hay agua sobre la mesa. Si se
produce un escape, éste puede ser reparado uno de los múltiples y
poderosos adhesivos que se encuentran disponibles. Si el tanque es
nuevo, ponte en contacto con el establecimiento para proceder a una
sustitución.

©La Casa del Pez, 2006 Jesús Benitez.
Orán, Salta, Argentina.
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